jueves, 13 de septiembre de 2007

¡Compre Ya!

Rápido que se agota.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Consumismo

Si se descompone tu televisión, podés comprar otra.

Si te aburrís de tu ropa, podés comprar otra.

Si te aburrís de tu pareja, podés alquilar otra.

Si no te gusta el clima de tu oficina, podés comprar otro.

Si pasa de moda tu moda, podés comprar otra.



Pero si el planeta se descompone, no podés comprar otro.

Las cosas no nacen en la góndola del supermercado.

Tu hogar, tus transportes, tu alimento, tu energía, tus herramientas, tus ciudades, tus puertos, tus avenidas y shoppings, todos ellos salieron de la tierra.

No utilices más de lo necesario. Cuidá el planeta, él te cuida a vos.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Galeano

Wagner Adoum conducía su automóvil con la vista siempre clavada al frente, sin echar jamás ni una sola ojeada a los carteles que daban órdenes al borde de las calles de Quito y de las carreteras del país. -Yo nunca maté a nadie- decía-. Y si tengo los años que tengo y sigo vivo, es porque nunca hice el menor caso a los carteles. Gracias a eso, explicaba, se había salvado de morir por ahogo, indigestión, hemorragia o asfixia. Él no había bebido un océano de cocacolas, ni había comido una montaña de hamburguesas, ni se había cavado un cráter en la panza tragando millones de aspirinas, y había evitado que las tarjetas de crédito lo hundieran hasta los pelos en el pantano de las deudas.

Eduardo Galeano

martes, 4 de septiembre de 2007

Julio Cortazar - La subjetividad del tiempo

Gran Superficie - Capitulo 1 - Consume hasta morir

Gran Superficie - capitulo 2 - Consume hasta morir

Gran Superficie - Capitulo 3 (parte 1) - Consume hasta morir

Gran Superficie Capítulo 3 - Parte 2 - Consume hasta morir

Gran Superficie - Capitulo 4 - Consume hasta morir

Documental Gran Superficie - Capítulo 5 - Consume hasta morir

Documental Gran superficie Capitulo 6 parte 1- Consume hasta morir

Documental Gran Superficie Capitulo 6 - parte 2 - Consume hasta morir

Capítulo 7 Gran superficie - Consume hasta morir

capitulo 8 - Gran superficie - Consume hasta morir

Consume Hasta Morir

ConsumeHastaMorir.com es una reflexión sobre la sociedad de consumo en la que vivimos, utilizando uno de sus propios instrumentos, la publicidad, para mostrar hasta qué punto se puede morir consumiendo.
Este proyecto nace dentro de la asociación Ecologistas en Acción, una confederación de ámbito estatal fruto de la unificación, en 1998, de más de 300 grupos ecologistas.
Este eslogan, "consume hasta morir", un tanto tremendista, responde a una realidad social que llevamos tan inmersa en nuestro comportamiento que, a veces, ni nos damos cuenta de muchos hábitos de consumo que repetimos, día tras día, hasta, como queremos manifestar, el límite de nuestra existencia.
El consumo es, evidentemente, inevitable, pues en la sociedad en la que nos encontramos tenemos una serie de necesidades que, lamentablemente, no podemos satisfacer sin entrar en el circuito comercial que lleva funcionando siglos, consistente en una adquisición de bienes y servicios a cambio de un valor contable universal, el dinero, que permite realizar estas transacciones de un modo normalizado. Ni siquiera una vida natural de subsistencia, cultivando y criando lo necesario para vivir, está exenta de cierto nivel de dependencia del entramado comercial. Lo malo es que, en los últimos tiempos, este sistema comercial, sobre todo en la llamada sociedad capitalista occidental (que, por cierto, es casi de distribución universal), se encuentra en una fase de desarrollo tan grande que se convierte, muy a menudo, en una obsesión por vender y consumir y, en muchos casos, con una competencia brutal entre empresas (las hay con presupuestos mayores que los de países enteros, tan grandes como Rusia, por ejemplo), y un crecimiento desproporcionado de las diferencias entre países desarrollados (consumidores y explotadores de recursos) y los "en vías de desarrollo" (productores y explotados).
La publicidad se encarga, de mostrarnos una realidad deformada, tratando de que el ciudadano consuma sin límites, todo tipo de productos, sin reflexionar en los posibles impactos o perjuicios que puedan causarse a personas, al medio ambiente, a otras culturas, etc; el ciudadano feliz, desde pequeño hasta el final de sus días, ha de consumir todo tipo de productos; hoy se vende y se consume absolutamente de todo: viajes, votos, salud, cuotas de pesca, agua, felicidad, sexo, seguridad, inversiones, deportes, aventuras, derechos, niños (tema controvertido de las adopciones), patentes sobre la naturaleza ...
Así el consumo se convierte en consumismo, es decir, en un desenfreno por comprar bienes y servicios que, en muchos casos, se acumulan sin una utilidad concreta ni mucho menos necesidad por parte del usuario pero que se nos venden con el fin de conseguir esa felicidad y confort anhelados y, como ya hemos comentado, lleva aparejado un deterioro de los medios en los que vivimos (aire que respiramos, agua que nos da vida, suelos contaminados), un agotamiento de recursos y la explotación de personas.
ConsumeHastaMorir utiliza la contrapublicidad como herramienta para difundir estas problemáticas sociales y promover un comportamiento más crítico frente al consumo y los medios de comunicación.
Enero 2005, ConsumeHastaMorir Ecologistas en Acción

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Un lindo libro para leer.
De Naomi Klein.

Oscar Brahim






Página 12



Espectáculos del Jueves/04-Nov-2004



UN PERSONAJE CURIOSO, UN DOCUMENTAL NOTABLE
Oscar, un taxista dedicado a la intervención urbana
Sergio Morkin cuenta la historia de un chofer para quien los afiches publicitarios son todo un desafío artístico.






“El problema es que la gente toma a la publicidad como algo natural, ni se le ocurre reaccionar frente a los avisos. Sería buenísimo que cada uno reaccionara, que se pusiera a pintar las propagandas callejeras como se le cante.” Also sprach Oscar Brahim, que no es un teórico de los medios sino un simple taxista. Ese es al menos el que modo en que Oscar se gana la vida. Sin embargo, aquello que lo consume, la actividad a la que se entrega de cuerpo y alma, a la que le dedica la mayor (y mejor) parte de su tiempo es muy otra. “Soy un diseñador gráfico en libertad”, se define Brahim, y Oscar, el documental de Sergio Morkin, testimonia los trabajos y los días de este ejemplar porteño absolutamente único. Hasta el punto de que la palabra ejemplar debe ser entendida aquí en su doble acepción: la que designa al representante de una especie (la especie de los hombres libres), pero también la que lo propone como ejemplo a seguir.¿A qué se dedica Brahim exactamente? A modificar, a mejorar el paisaje urbano, ni más ni menos. Y lo hace solo. En el mejor de los casos, acompañado de su esposa e hijos, como lo muestra esa escena de Oscar en la que el paseo familiar de fin de semana se convierte en una carga colectiva de tachos de pintura, recortes de afiches y pegatina. ¿Cómo mejora Oscar el ambiente que lo rodea? Como todo artista auténtico: robándole tiempo a la mera supervivencia y dedicándoselo al arte. Al arte del cortado y pegado, del dibujo y la pintura, de la intervención urbana. En plena campaña presidencial le pinta a De la Rúa una profética máscara de Hannibal Lecter, un par de años antes de que De la Rúa se convirtiera en Hannibal Lecter. Les pega a los candidatos precios sobre la frente (precios de oferta: $ 2,30 o $ 4,50). Arruina la imagen de Ricky Martin tirándole bombazos de pintura roja, dibuja una familia de penes o hace collages en los que los camellos de Camel fornican entre sí.“Yo inventé al Super De la Rúa”, dice Ramiro Agulla en el titular de un diario, y allá va Oscar, a reconvertir al superhéroe inventado de la publicidad en el caníbal de la realidad. “Rajemos, que viene la cana”, se dicen Brahim y el humorista gráfico Sergio Langer, que sale una tarde con él a recomponer la polución visual, cultural y política de Buenos Aires. Porque el hecho de que Oscar juegue, asocie imágenes libremente, se divierta y haga travesuras de chico no quiere decir que lo suyo no sea un ejemplo de resistencia individual. Resistencia militante, acérrima. Véase si no la fundamentadísima bajada de línea antipublicitaria que les enrostra a los creativos de Agulla y Bacetti, el día en que los popes de la publicidad lo invitan a un workshop. O su clase magistral en la Facultad de Arquitectura y Diseño, o su charla pública junto al ensayista y politólogo Christian Ferrer en el Instituto Goethe. Pero también, claro, la bienvenida que le da a la dueña del desordenado departamentito en el que vive, el día que la mujer viene a darle el ultimátum de desalojo. “Tengo preparados todos los billetes”, dice Oscar y los muestra a cámara: son fotocopias láser. A Andy Warhol le habría encantado, aunque difícilmente se hubiera animado a hacerlo.Laboriosamente filmado a lo largo de tres años, con una iluminación impecable, una cámara ubicada siempre en el mejor lugar (y en el momento justo) y un sentido del ritmo y el compás brindado por el trabajo de media docena de montajistas, el documental de Morkin describe un arco dramático y temporal depuradamente clásico, dándole al espectador la invalorable oportunidad de conocer, familiarizarse y gozar del poseedor de la matrícula municipal 7337. De paso y de fondo (usando como magnífico contrapunto la música y las informaciones que se oyen en la radio del taxi), Morkin inscribe la peripecia de su héroe en el marco de la caída argentina del año 2001. La quimera del héroe, podría haberse llamado Oscar, con toda propiedad. O también, por qué no, Citizen Brahim.
// Por H. B.











Nació en San Martín, Provincia de Buenos Aires en 1964.Realizó pasantías en talleres alternativos (dibujo, historieta, humor gráfico y otras disciplinas).Desde 1998 realiza intervenciones gráficas en espacios publicitarios en la vía pública y su trabajo comienza a llamar la atención de la prensa. (La Nación, Página/12 y Clarín, Revista Tipográfica y otras).Expuso trabajos en el pasaje subterráneo del obelisco.En 2000 y 2001 dictó seminarios y conferencias en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Di Tella.En noviembre 2001 realizó una performance en la Sala de Experimentación del Teatro Colón.